En el mes de junio, nuestro caminar por los males que afectan a la infancia nos ha llevado hasta Haití. Año y medio después del terremoto que asoló gran parte del país caribeño, son muchas, miles, las historias que se podrían contar de los niños afectados por la tragedia. Historias que ya no parecen merecer titulares, pero que están casi tan frescas como el primer día. Hoy queremos detenernos en algunas de ellas. Vamos a poner rostro a dos de estas historias, las de Darlin y Rose Cali, que a sus 11 y 8 años, viven marcadas por unas heridas que quizá solo con el tiempo consigan cicatrizar.
Tras el seísmo de aquel fatídico 12 de enero de 2010, Darlin permaneció atrapada entre los escombros más de 3 horas. Su madre vagaba desesperada intentando encontrarla, llegaron a darla por muerta… Finalmente, la rescataron, casi sin vida, unos médicos de República Dominicana que acudieron a ayudar en los primeros momentos de la catástrofe, y que la trasladaron de urgencia al país vecino. Darlin estuvo hospitalizada varios meses y sufre secuelas que perdurarán muchos años.
Rose Cali, la niña de ojos tan bellos como tristes, corrió una suerte paralela, aunque peor: su madre y su hermana pequeña murieron en el terremoto; mientras, ella se vio atrapada entre los cascotes, rodeada de muerte, herida pero viva. La recogieron los mismos médicos dominicanos. Su destino, el mismo que el de su, ahora, gran amiga Darlin: un hospital de República Dominicana.
Semanas después, la providencia llevó al Padre Fredy a Dominicana. Necesitaba descansar física y anímicamente; poner orden en el caos en que se había sumido su cabeza, tras días entre escombros y muerte…. Antes de su partida, su gente le había hablado de familiares heridos… Quiso saber de su suerte y de la de otros compatriotas y decidió visitar el hospital.
La suerte de Darlin y Rose cambió cuando le oyeron hablar en creole, y le llamaron… Llevaban allí semanas solas, heridas de gravedad y perdidas en un país extraño en el que entendía ni una palabra de lo que les decían. El padre Fredy las visitó durante las siguientes semanas. Fue para ellas un amigo y un consuelo.
En cuanto obtuvo el consentimiento de los médicos, las llevó de vuelta a casa; a Haití. Allí, la familia de Darlin, que vive en unas condiciones de absoluta pobreza, pidió al P Fredy que si hiciera cargo de su hija. Algo parecido ocurrió con el padre de Rose Cali, muy mayor y sin posibilidades de darle a su hija una vida y un futuro.
Este peregrinaje con varias niñas heridas por dentro y por fuera, se ha convertido programa de acogida por familias del entorno del P. Fredy del que forman parte 25 niñas y que recibe el apoyo de Manos Unidas. Niñas cuyas vidas dieron un vuelco aquel fatídico 12 de enero de 2010, niñas que paso a paso, van recuperando su infancia.
Los datos:
Al menos la mitad de los afectados por los desastres naturales son niños que mueren, resultan heridos y sufren enfermedades como consecuencia de la malnutrición, el agua contaminada y las malas condiciones higiénicas.
En los desastres naturales, los niños son los primeros en sufrir la falta de salubridad, infraestructura y orden.
Tras una catástrofe los niños son los más vulnerables.
Los brotes de enfermedades tras un desastre natural impactan en los niños de manera más grave que en el resto de la población.
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