Intensas lluvias en el estado de
Santa Catalina, al sur de Brasil, han vuelto a causar inundaciones en varias
ciudades. Desde el 8 de setiembre, inundaciones, crecidas y deslizamientos han
afectado a 96 ciudades en la región y, según los medios de comunicación, casi
un millón de personas se han visto afectadas.
En 2008, el estado de Santa
Catalina atravesó por una tragedia similar, como lo informó Global Voices [en].
Desde entonces, se esperaba que las autoridades responsables tomarían algunas
medidas preventivas, pero luego de tres muertos y más de 15,000 personas
reubicadas en refugios provisionales, es claro que es poco lo que se ha
logrado.
La ciudad de Itajai, una de las
más afectadas, tiene el 80% de su área urbana ocupada por agua de los ríos
Itajaí-Mirim y Itajaí-Açu – de manera similar al desastre de 2008.
Los usuarios de Internet
utilizaron las herramientas en línea para exponer la dimensión de la tragedia.
En un video publicado en YouTube el 8 de setiembre, se muestra el daño en la
ciudad de Brusque:
Otro cibernauta registró los
efectos de la catástrofe en la ciudad de Rio do Sul, una de las más seriamente
dañadas por las lluvias, y que sigue completamente aislada de otras zonas:
Blumenau, la tercera mayor ciudad
de Santa Catalina, también sufrió por las lluvias; este usuario de Internet
grabó el momento en que el chofer de un camión decidió enfrentar los altos
niveles de agua del río Itajai-Acu, lo que causó todavía más daños:
Las municipalidades en las
regiones afectadas ya han empezado a usar herramientas en línea para ayudar a
la población local. En Itajai, se creó el blog Desabrigados [Sin hogar, pt]
para que los habitantes pudieran enumerar los nombres de las personas
desaparecidas y el lugar donde se albergaban.
Luego que la disminución en la
caída de agua permitiera iniciar las operaciones de recuperación, varios usuarios
de Internet empezaron a movilizarse a través de la red social Twitter, con la
etiqueta #chuvaemSC (#lluviaenSC).
A pesar del amplio sentido de
solidaridad entre las personas que viven en la zona, permanece un cierto nivel
de indignación entre algunos. Este fenómeno no es novedad para los brasileños.
A comienzos de 2011, una catástrofe similar golpeó la región montañosa de Río
de Janeiro, y cobró 500 víctimas mortales.
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