El ambiente y la salud están
estrechamente relacionados, de tal manera que cuando hay cambios bruscos en las
condiciones ambientales, se reflejan directamente en el modo de vida de las
personas.
Los cambios en la intensidad y frecuencia
de los sucesos meteorológicos ocasionan gran impacto sobre la población,
desencadenando situaciones de emergencias como las olas de calor, inundaciones
y sequías, las cuales se traducen en incremento del hambre, desnutrición y
enfermedades.
El Foro Humanitario Mundial
estima que aproximadamente 310 millones de personas habrán sufrido algún
problema de salud debido al cambio climático para 2030.
Según datos de la Organización
Mundial de la Salud los efectos del cambio climático potencian las enfermedades
ligadas a la contaminación del aire, como el asma y enfermedad pulmonar
obstructiva crónica, estimándose que 1,8 millones de personas mueren al año en
el mundo por la mala calidad del aire.
El cambio climático podría
empeorar esos problemas en diversas formas, ya que la variación en los patrones
de lluvias y el aumento del nivel del mar significa que algunas áreas se
volverán propensas a la sequía mientras otras se verán inundadas. Ambas
situaciones tienen nefastas consecuencias para el acceso al agua potable, lo
que se traduce en aumento de la probabilidad de propagación de enfermedades
transmitidas por el agua como el cólera y la diarrea en sentido general, que
matan casi dos millones de niños al año en el mundo.
Las dolencias asociadas al
aumento de temperaturas, como golpes de calor, afectarán en mayor proporción
los países tropicales y en específico a las personas sometidas a ejercicio
físico intenso como los militares y atletas siendo las mayores complicaciones
la deshidratación, problemas de la piel y el fallo renal.
Salud, gran perdedora. Aunque
poca responsabilidad asume ante la situación, el hombre es culpable de los
cambios de un medio ambiente que ha depredado y destruido. Y, como si de una
venganza se tratase, las consecuencias de estos daños las sufrirá en carne
propia.
Los ojos y el corazón son algunos
de los órganos que también pagarán por los daños causados al medio ambiente. La
incidencia de enfermedades visuales y cardiovasculares también aumentará si
continuamos depredando y destruyendo el medio ambiente. Se han realizado
diversos estudios que establecen que existe una relación con el estado del
tiempo y la incidencia de depresión, suicidio, migraña, partos prematuros,
artritis gotosa, muerte súbita de bebés y enfermedades ligadas a vectores como
el dengue, la malaria y leptospirosis.
Prevención. A gran escala se
predice que ocurrirán más incendios y debido al calentamiento de las aguas
marinas los fenómenos naturales, como maremotos y tsunamis, cada vez serán más
frecuentes e intensos.
También se patenta la pérdida de
recursos naturales y biodiversidad, como consecuencia de la sociedad consumista
a costa del equilibrio de la naturaleza.
La necesidad urgente de prevenir
el deterioro del medio ambiente, protegiendo los recursos y la diversidad
biológica, promoviendo su uso sostenible, fomentando el derecho ambiental y
normas sanitarias destinadas a conservar la naturaleza. Para enfrentar esta
situación debemos reforzar los planes, acciones y medidas preventivas que
favorezcan el respeto al medio ambiente, como la incorporación de los valores
ambientales y de desarrollo sostenible a los valores de competitividad y eficiencia
de nuestras personas e instituciones.
La reducción del consumo y uso
eficiente de energía; utilización de filtros para minimizar la contaminación y
emisión de carbono de las plantas eléctricas y aires acondicionados; uso de
materiales biodegradables; control rutinario de plagas y uso de equipos
eléctricos de bajo consumo. El cambio de bombillos tradicionales por
ahorradores de energía; reducción del ruido y de la contaminación visual;
gestión integral de desechos sólidos, instalación de filtros y sistemas
ahorradores de agua; transporte en bicicleta, metro o utilizando un solo
vehículo, evitando el desperdicio de agua, electricidad y combustible, pasando
de un sistema donde predomina el despilfarro personal, a un sistema donde
predomine la consciencia y racionalización de los recursos a gran escala.
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