En Ayapel, el municipio de
Córdoba que lleva dos años inundado las epidemias crecen con el mismo afán de
la creciente y predominan el dolor abdominal y los brotes en la piel.
El municipio está en total
alerta por la morbilidad en la inundación y se afectan tanto los adultos como
los niños.
Un total de diez patologías
están atacando a la población, la mayoría de ellas relacionadas con la
emergencia invernal. María Acevedo, funcionaria del área de estadística del
hospital local San Jorge, indicó que la primera causa es la infección
respiratoria de vías superiores, con 165 casos en un año; le siguen la micosis
y dermatitis, 144; enfermedad de tracto urinario, 91; anemia, 89; Enfermedad
Diarreica Aguda (EDA), 86; hipertensión, 79; parasitosis intestinal, 75; vaginitis,
60; Otitis, 50 y aumenta igualmente el número de enfermos con faringitis.
Pero la inundación no es solo
en las 150 mil hectáreas cultivables en seis corregimientos que están bajo el
agua: Cecilia, Totumo, Sincelejito, Tiesto, Sehebe, Playa Blanca y todas sus
veredas, que son más de 50.
Juan Rudiño casi no puede
hablar del sentimiento que lo invade e inunda sus párpados con lágrimas que
corren tan aceleradas como el raudo río Cauca.
Reparte las cartas para otra
partida de arrancón en el albergue que funciona en el antiguo Idema y relata
muy tímidamente que en julio de 2010 abandonó su parcela en la vereda El Yucal,
porque lo primordial era salvar las vidas.
“Al Gobierno le suplicamos que
nos ayude a definir el rumbo de nuestras vidas de ahora en adelante, queremos
vivir seguros aunque sea en otro sitio, pero donde podamos hacer lo que
sabemos, que es la agricultura y la pesca”, dijo el hombre de voz herida.
El mismo drama lo vive Etilbia
Martínez, quien tuvo que salir del barrio San José, en el casco urbano, hace 23
meses, porque la creciente le arrebató lo poco que tenía. El agua le tumbó la
vivienda y quedó en la calle con su esposo, un hijo, su nuera y tres nietos.
AUMENTA NÚMERO DE DAMNIFICADOS
El número de damnificados en
Ayapel, desde hace dos años, es de 5.300 familias, que suman más de 26 mil
personas. Sin embargo, el alcalde, Fabio Paternina, cree que esa cifra es mucho
mayor y lo corroborarán las autoridades con un nuevo censo que iniciará en los
próximos días.
Lo peor del asunto es que el
origen de las inundaciones en Ayapel no está en Córdoba, sino en Antioquia
desde donde proviene el río Cauca (1.350 kilómetros de longitud) después de su
largo recorrido desde el Macizo Colombiano. Al mismo tiempo el Cauca es
alimentado por el San Jorge y ambos torrentes proveen a la ciénaga que lleva el
nombre del municipio.
DEFENSA CIVIL CON UN SOLO BOTE
Y CHALECOS OBSOLETOS
En medio de las dificultades
por la falta de herramientas la Defensa Civil del municipio hace lo que está a
su alcance para enfrentar la emergencia.
Alerbar Oviedo, presidente de
la junta de ese organismo de socorro, advierte que solo cuentan con un bote con
motor dos tiempos y capacidad para seis personas, unos cuantos chalecos muy
viejos, un equipo paramédico para manejo de traumas, una sola motobomba para
evacuar el agua de las casas y una camilla hospitalaria. No tienen chalecos
salvavidas para los viajeros.
“Las herramientas son muy
pocas, es triste que a la Defensa Civil del municipio más afectado por las
inundaciones en el país, no la tengan en cuenta”, dijo el vocero de los
socorristas.
El organismo de socorro tiene
80 voluntarios que han sido preparados por un militar retirado habitante del
pueblo, de nombre Deivinson García. Todos se consideran unos expertos en rescate
acuático, primeros auxilios y prevención de desastres.
NIÑOS VAN A LAS ESCUELAS EN
CHALUPAS
Desde que empezó la catástrofe
más de 5 mil niños de las zonas afectadas van a las reubicadas escuelas en
chalupas que fueron contratadas por la alcaldía y la gobernación, con el fin de
prevenir la deserción escolar.
El secretario de Gobierno de
Ayapel, Edwin Niebles, explicó que las aulas fueron trasladadas a los pocos
terrenos secos, en medio de las condiciones naturales, con el fin de que no se
afecte el calendario académico. Al menos 80 chalupas recorren los pueblos de la
zona rural de Ayapel en busca de los niños. Las rutas se repiten en horas del
medio día para regresarlos a sus casas.
40 mil hectáreas es la
extensión de la ciénaga de Ayapel, una de las más grandes de Colombia.
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