CIUDAD DE BUENOS AIRES - Una serie de torbellinos en la zona media
de la atmósfera solar llamaron la atención de científicos suecos. Su diámetro
alcanza los 1.500 kilómetros, lo que supera miles de veces los tornados
terrestres más grandes. Los astrofísicos señalan que la base de los
supertornados son unas gigantes protuberancias del campo magnético solar en
forma de una espiral irregular.
Un equipo de astrofísicos
europeos detectaron gigantescos tornados magnéticos en la atmósfera del Sol que
calientan el gas de su capa superior hasta un millón kelvin, según un artículo
publicado en la revista Nature. Los especialistas, encabezados por Sven
Wedemeyer Boehm de la Universidad de Oslo, observaron la superficie del Sol y
de su atmósfera a través del observatorio orbital SDO.
Los torbellinos en la
cromosfera, la capa media de la atmósfera solar, que se parecen a los tornados
terrestres, atrajeron la atención de los astrofísicos. En total, fueron
detectados 14 fenómenos de este tipo. Al estudiar su estructura y su influencia
en la corona (la capa superior de la
atmósfera) y la capa magnética solar, los especialistas detectaron que la
aparición de los torbellinos gigantes en la cromosfera estaba acompañada por la
formación de estructuras parecidas en las capas inferiores de la corona.
Su diámetro alcanzaba 1.500
kilómetros, lo que supera miles de veces los tornados terrestres más grandes.
Los astrofísicos señalan que la base de los supertornados son unas gigantes
protuberancias del campo magnético solar en forma de una espiral irregular.
El gas de la capa superior de
la cromosfera y de la capa inferior de la corona, atrapado por el tornado,
empieza a circular por las líneas de fuerza de la espiral magnética
acelerándose paulatinamente y calentándose hasta un millón kelvin. Los
investigadores afirman que la energía de estos tornados tiene que ser suficiente
para calentar el plasma en la corona solar hasta su temperatura actual.
No obstante, estos procesos
pueden funcionar solo en las partes del Sol donde no hay manchas y, por lo
tanto, no se realizan los procesos físicos vinculados con ellas.
Por lo pronto, el Sol se
encuentra en relativa calma y no registra tormentas que afecten a la Tierra,
informa el Centro de Previsión espacial de la Agencia Atmosférica y
Oceanográfica (NOAA) de USA.
Las últimas importantes
llamaradas no emitieron masa coronal en dirección a la Tierra y se espera se
mantenga esta tranquilidad en los próximos días.
Una imagen de esta mañana,
publicada por el Observatorio SOHO, muestra una Eyección de Masa Coronal (CME)
que va en dirección externa.
El centro de Previción
Espacial informa que en los días pasados un aumento de la velocidad de los
vientos solares originó algunas tormentas geomagnéticas menores en los polos.
Estas tormentas, entre sus
efectos, causan perturbaciones en las comunicaciones. Se espera para el 29 de
junio la llegada de una posible re-actividad geomagética en las altas
latitudes.
El último nivel de alerta que
se emitió fue entre el 18 y 24 de junio, cuando la Tierra recibió grandes
cantidades de flujos de electrones que son potenciales riesgos para los
satélites.
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