Son las dos de la tarde y el sol apenas empieza a asomarse en Oxiacaque después que la lluvia ha dado una nueva tregua. Las mujeres chontales aprovechan para sacar sus ropas húmedas a los tendederos y se dan prisa para hacer la comida que sus maridos han llevado del agua que los rodea desde hace tres meses.
En todas partes se ve humo que sale de las casas... es un olor a mojarra asada o frita. En otras se escucha el tronar de las palmas de las manos de mujeres campesinas que preparan las tortillas en comal.
“Llevamos 60 días inundados por el desfogue de la presa Peñitas. El agua del Samaria nos tiene secuestrados dentro de nuestro pueblo, y para colmo el Ejército ya se fue y ahora ni para comer tenemos”, dijo Epifanio Reyes, quien afirma que a pesar de la desgracia y la pobreza que están viviendo todo es alegría para ellos.
Comenta, mientras una mujer escama unas mojarras, utilizando un tambo como tabla de forma improvisada, “ya el Ejército se fue hace días, se llevaron la cocina comunitaria, no tenemos comida y por necesidad salimos a buscarla”.
Agrega, viendo como la mujer prepara las mojarras y cerca de ahí una fuerte corriente interrumpe el silencio, que “hoy nos entró la tarde, muchos salieron a pescar junto con nosotros y eso comeremos, pues ya no nos dan nada de comida. Vea usted, con nueve mojarras comeremos doce personas, no hay de otra”.
La tarde, transcurre, las familias en mesas, sillas y hasta en las bicicletas, comen tortillas de comal, mojarras, fríjol con arroz y otros huevos fritos, que se mezclan con el aroma de las tazas de café negro que han hecho temprano, pues la lluvia cesó pero un frio quedó en el lugar.
Afuera, la gente camina de un lado para otro, ahí hay líderes como Remigio López Gracia y Eluterio de
Y allá a lo lejos, en pleno centro de Oxiacaque que luce triste y desolado como un cementerio, con don José Hernández de
Afirma, mientras en la puerta ve como pasa algunas diminutas mojarras que arrastra la corriente, que “Aquí todo está afectado, no hay trabajo, no tenemos comida, vea la casa todo hace falta. Ojalá nos echen la mano, es triste estar así. Aun nos queda esperanza para salir de esto, ya no dan la comida ni despensas”.
El tiempo, una tarde con nubes negras, que dan como presagio al chontal que la tarde y noche será frío y lluvioso, sigue su marcha. Mientras que en la orilla de la carretera, decenas de campesinos con hacha en mano preparan leña, húmeda pero que se seca al colocarla al rededor del fuego, porque en pleno invierno, con agua por doquier, frío y viento todos quieren calentarse y olvidarse aun así, que son anegados de Oxiacaque.
No hay comentarios:
Publicar un comentario