Al cabo de 12 días de intensos esfuerzos, la Conferencia de Cancún concluyó con un acuerdo bien recibido a pesar de su limitado alcance. Su principal virtud: salvar el proceso de la ONU sobre el clima. Suiza habla de un “buen resultado, en primer lugar porque hubo un resultado”.
Para la presidencia mexicana de la conferencia “una nueva era en la cooperación internacional sobre el cambio climático”, se abre con el acuerdo en Cancún.
A pesar del rechazo de Bolivia, que considera insuficientes las reducciones de las emisiones de CO2 de los países desarrollados, el acuerdo recibió el aplauso de los delegados, el sábado 11 por la noche. Un areópago feliz de llegar al fin, después de doce días de trabajo, transpiración y a veces agrios debates, un resultado que salva el proceso de la ONU sobre el cambio climático que comenzó en 1992.
Este proceso, mal llevado en Copenhague el año pasado, continuará el próximo año en Durban, bajo la presidencia de Sudáfrica. Una presidencia importante, como lo demostró México, cuyo liderazgo y la manera inclusiva, transparente y decidida de llevarlo recogió los elogios de muchos de los participantes en Cancún.
Al final, unos 200 países acordaron aplazar a 2011 las negociaciones sobre el futuro del Protocolo de Kyoto, el único acuerdo jurídicamente vinculante, en contraparte de nuevas medidas para luchar contra el cambio climático.
Estas medidas incluyen la creación de un fondo verde para el clima para ayudar a los países pobres a adaptarse al cambio climático, así que medidas para proteger los bosques tropicales y el intercambio de tecnologías verdes.
“Es un resultado”
Director de la Oficina Federal de Medio Ambiente, Bruno Oberle cree que el compromiso alcanzado en Cancún “es un buen resultado, en primer lugar porque hay un resultado. Volver a la casa sin resultado alguno hubiera sido trágico”.
Copenhague había planteado serias dudas acerca de cómo negociar. Con Nagoya sobre la biodiversidad y luego Cancún, “se ha recuperado algo de confianza en los procesos internacionales”, añade.
“Es la prueba de que este modelo funciona y puede producir resultados con una negociación paciente entre todos los países en pie de igualdad. Una muy buena noticia para un país pequeño como Suiza”.
Una “base sólida”
El paquete logrado en Cancún (Ver ACUERDO) – “una base sólida para el desarrollo de los próximos años y la primera de Durban” – fue aprobado, “porque dio respuesta a la cuestión fundamental”, dice Bruno Oberle. A saber: “¿Quién es responsable de qué en el campo de la mitigación (de las emisiones)”.
“Una lista de promesas “muy impresionante” de los países desarrollados y no desarrollados integra también este paquete de Cancún”, añade Bruno Oberle.
El actual tratado sobre el clima tiene veinte años y refiere un mundo pasado, explica. China se convirtió en la nación industrializada del planeta y en la India, por lo menos 200 millones de personas viven en la norma suiza. Había que encontrar una manera de acercar a los países desarrollados y subdesarrollados para que compartan la carga.
Cancún permitió un paso, con un documento que reúne a esos grupos de países, utilizando una terminología similar, lo que constituye “el inicio de un tratado internacional que cubrirá a todos los países por igual en el ámbito del cambio climático”.
Al final
Bruno Oberle se despide de Cancún con la creencia de que “no se ha perdido la oportunidad y el resultado se encuentra dentro de lo que el gobierno suizo considera un resultado aceptable”.
Presente en Cancún por la WWF y la Alianza del Clima de las ONG suizas, Patrick Hofstetter también se mostró de acuerdo. “Estamos contentos de llegar a este acuerdo, que no hubiéramos creído posible hace apenas 24 horas. Pero debemos ser honestos, este solo es un paso importante”.
Este especialista en política climática que, a título personal, no esperaba mucho más de Cancún, cree que el punto fuerte del acuerdo es que se no se olvida de ninguna cuestión. “Tenemos algunos avances en términos de financiación, de mitigación, deforestación, un poco en temas de tecnología, además de una mejora de los sistemas de verificación”.
Es evidente que se cumplen las condiciones para que haya progresos en Sudáfrica. Aunque -y este es el principal punto negro de Cancún- de acuerdo con Patrick Hofstetter, la mayoría de los procesos decididos aquí no tienen fecha límite ni una modalidad específica clara. “Esto va a requerir mucho trabajo el próximo año para poder llegar a algo en Sudáfrica”.
Críticas de fondo
Con Cancún “la confianza mutua entre los países hace su retorno en las negociaciones, lo que es muy positivo”, destacó, por su parte, Philippe Roch el predecesor de Bruno Oberle en la Oficina Federal de Medio Ambiente. “Después de Copenhague hubo grandes dudas sobre la posibilidad de trabajar juntos. La confianza es una necesidad”.
Desde Ginebra, el consultor destacó “algunos pequeños pasos” en temas como los bosques y en las transferencias de tecnología, pero, sobre todo en materia de transferencias económicas”.
“En general, se limita bastante a los promesas de contribuciones financieras, con un dinero además que no tenemos. Esto no va a resolver el problema del calentamiento global”.
Para Philippe Roch, las transferencias de tecnología son, obviamente, una buena idea pero que no compensarán un hecho adquirido: los países en desarrollo van a producir más emisiones de gases de efecto invernadero.
“En realidad, no estamos en el camino para reducir las emisiones y Suiza, que no ha reducido aunque está en su nivel de 1990, o ligeramente por encima, a pesar de sus promesas, no tiene consejos que dar a los países en desarrollo”.
Cancún ha restablecido la confianza, en cuanto al fondo, el objetivo no se ha alcanzado, según Philippe Roch. “No es ni siquiera un cambio de paradigma, en la forma en que consumimos y de nuestras actitudes sobre el gasto en carbón”.
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