El clima es la síntesis de la meteorología. La integral de los fenómenos meteorológicos de cada día en un lugar determinado, considerados durante suficiente tiempo, es el clima de ese lugar. Significa ello que no puede haber cambio climático sin reiteradas alteraciones meteorológicas. No puede cambiar el clima sin que, previamente, se haya ido alterando el tiempo. Es lógico, pues, que el cambio climático en curso empiece a expresarse mediante cambios en los patrones meteorológicos.
El calentamiento global que experimenta el planeta de forma demostrada no es el cambio climático que se espera. Es el fenómeno que lo causa. Esos pocos grados de más que, de media, exhibe cada año la Tierra no son el cambio que nos amenaza. Son el agente desencadenador de las perturbaciones meteorológicas que nos llevarán a una cambio climático de entidad aún incierta. A juzgar por la violencia y recurrencia de las crecientes alteraciones meteorológicas, el cambio climático será considerable y contundente.
Los australianos acaban de sufrir al ciclón Yasi, con vientos raramente vistos de 300 km por hora; todavía no se habían repuesto de los devastadores efectos de las lluvias que inundaron Brisbane días atrás. Fríos inusuales y violentas tempestades de nieve castigan a los Estados Unidos en este febrero; más de 10.000 vuelos han sido cancelados debido al mal tiempo. Una sequía excepcional se abatió sobre la Amazonia en 2010, peor a la ya habida en 2005; la putrefacción de la vegetación muerta ha mandado a la atmósfera más de 5.000 millones de toneladas de CO2, casi tanto como el generado durante un año en los Estados Unidos por la quema de combustibles fósiles. El problema agudiza el problema, así pues.
No podemos inyectar energía en un sistema térmico sin obtener una respuesta proporcionada. Basta subir un poco el gas para que el puchero hierva de otro modo. El cambio climático es el régimen de ebullición, los fenómenos meteorológicos son los borbotones y los chasquidos, el gas es la energía atrapada por el CO2 en exceso. No cuesta tanto de entender, al fin y al cabo.
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