En la Cuenca del Guayas las
consecuencias negativas de inundaciones y sequías son notorias. Esto se
relaciona con los perjuicios ocasionados en las cuantiosas inversiones que
anualmente se realizan para la producción de cultivos temporales, como el arroz,
el maíz, la soya, en los cuales estos eventos climáticos causan pérdidas
catastróficas, sobre todo para el pequeño productor.
Las culturas precolombinas
manejaron eficientemente las condiciones hidrológicas negativas de la región.
Como testimonio tenemos, cercanos a la ciudad de Guayaquil, vestigios de
estructuras prehistóricas (camellones) utilizadas para el control de inundaciones
y en su superficie desarrollar una producción agrícola intensiva y
diversificada. Estas estructuras son como un mensaje legado de nuestros
antepasados, que se hizo evidente cuando a fines de los años 60, con fines de
planificación, se observaron en las aerofotografías adquiridas en las oficinas
de información de Washington.
Nicola Gligo y Jorge Morrello,
en sus notas sobre la “Historia ecológica en América Andina”, relatan el manejo
hidrológico y desarrollo de la cultura de regadío prehispánica, lo cual parece
que después de quinientos años hemos olvidado.
Actualmente, las inundaciones
y sequías ya no son eventos extraordinarios. En 2010 se informaba de 34
víctimas mortales, 12 mil personas evacuadas a 281 albergues. Alrededor de 75
mil hectáreas productivas afectadas, y $ 63 millones en pérdidas agrícolas y
pecuarias. En febrero de 2012 se indicaba que las sequías producidas por el
déficit de lluvias en la región Costa provocaron cuantiosas pérdidas en
plantaciones en más de $ 220 millones.
En este panorama, las empresas
agrícolas no se manifiestan afectadas “a buena hora”, esto indica que
aprendieron la lección y hay soluciones. Los realmente afectados son los
productores pequeños. La Universidad Técnica de Babahoyo UTB plantea la
necesidad de prestar apoyo directo a las comunidades campesinas con la
participación estatal y de los gobiernos locales para la organización de la
comunidad campesina y evitar asentamientos poblacionales en las zonas
inundables. Revisión sistemática de las obras de protección y las crecidas a
través de un modelo matemático actualizado y planificación de las nuevas obras
de protección, como son: los embalses de regulación y diques de protección,
cuya operación y mantenimiento estarían bajo la responsabilidad de las Juntas
de Usuarios.
Fuente
Fuente
No hay comentarios:
Publicar un comentario