25 nov 2010

CEPAL: La economía del cambio climático en Centroamérica Síntesis 2010


La evidencia científica muestra que el calentamiento global asociado al aumento de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) provenientes de actividades antropogénicas está ocasionando cambios climáticos discernibles, como alza de la temperatura, modificación de los patrones de precipitación, reducción de los glaciares, elevación del nivel de mar y aumento de los eventos extremos. Estos cambios representan una seria amenaza para las sociedades centroamericanas por sus múltiples impactos previstos en la producción, la infraestructura, los medios de vida, la salud, la seguridad y el debilitamiento de la capacidad del ambiente para proveer recursos y servicios vitales.
Aunque se estima que Centroamérica seguirá produciendo una muy mínima parte de las emisiones GEI del planeta, ya es una de las regiones más vulnerables a sus consecuencias negativas. Las vulnerabilidades socioeconómicas históricas de Centroamérica se exacerban por su ubicación geoclimática en un istmo estrecho que sirve de puente entre dos continentes, situado entre dos sistemas oceánicos, el Pacífico y el Atlántico. La región es gravemente afectada por sequías, ciclones y el fenómeno.
El Niño‐Oscilación Sur. Dado que los factores dependientes del clima son aportes significativos a las actividades económicas, como la agricultura, el cambio climático incidirá cada vez más en la evolución económica de la región durante el presente siglo de no adoptarse medidas de reducción de las emisiones. En términos fiscales constituye un pasivo público contingente que afectará las finanzas públicas por generaciones.
Por otro lado, la región contiene valiosos acervos que requieren ser preservados por su contribución al desarrollo de las generaciones actuales y futuras, como sus ecosistemas de biodiversidad abundante, proveedores de múltiples servicios. Estos ecosistemas se deterioran por el actual patrón de desarrollo insostenible y serán más afectados aún por el cambio climático.
La población de la región, relativamente joven y con su diversidad cultural, étnica, lingüística y de estilos de vida, especialmente los pueblos indígenas y afrodescendientes, es un tesoro que requiere mayor reconocimiento e inversión para desarrollar sus capacidades de respuesta.
Los Presidentes del Sistema de Integración Centroamericana (SICA), en su Cumbre sobre el Cambio Climático en mayo de 2008, establecieron mandatos a sus instituciones nacionales y regionales sobre la respuesta a este fenómeno, los cuales fueron reiterados en su Cumbre de junio de 2010.
En el marco de esta iniciativa, se realiza el proyecto “La economía del cambio climático en Centroamérica”, el cual se lleva a cabo conjuntamente entre la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (CEPAL), los Ministros de Ambiente y Hacienda/Finanzas de los siete países de Centroamérica, la Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo (CCAD) del Sistema de Integración de Centroamérica (SICA) y la Secretaría de Integración Económica de Centroamérica (SIECA), con el apoyo financiero del Ministerio para el Desarrollo Internacional (DFID) del Gobierno británico.
Su finalidad es alertar a los actores clave en la toma de decisiones de la región sobre la urgencia de enfrentar el reto de cambio climático y propiciar un diálogo sobre opciones de políticas públicas y acciones nacionales y regionales, incluyendo la Estrategia regional de cambio climático actualmente en discusión. Para ello se analizan los impactos del cambio climático en diversos escenarios de emisiones y se estima un valor económico de estos impactos.
Se exploran los costos y beneficios de potenciales respuestas, de la inacción, de acciones para la reducción de vulnerabilidad, la adaptación y una transición hacia una economía sostenible y baja en carbono. Los resultados a la fecha sugieren que los impactos del cambio climático en Centroamérica en un escenario económico dinámico con uso intensivo de combustibles fósiles (tipo A2) son significativos y crecientes, reconociendo las incertidumbres inherentes en este tipo de análisis.
Se confirmaría la asimetría de que los países que menos han contribuido al problema sufren mayores impactos y tienen menos resiliencia. Se confirmaría también el planteamiento de que los costos de los impactos en un escenario de inacción global, particularmente de los países emisores grandes, serían más elevados que los de un escenario con un acuerdo internacional equitativo e incluyente que lograra reducir significativamente las emisiones con responsabilidades compartidas pero diferenciadas, y que facilite a los países más expuestos, como los centroamericanos, tomar medidas de adaptación y mitigación en un marco de desarrollo sostenible.
El reto de adaptación es altamente preocupante porque exige redoblar esfuerzos para reducir la pobreza, la desigualdad y la vulnerabilidad socioeconómica y ambiental, y aumentar la resiliencia y la capacidad adaptativa de las sociedades y ecosistemas conexos. Debe admitirse asimismo que habrá límites a la adaptación, con pérdidas y daños no reparables, especialmente en el escenario de inacción con una economía mundial alta en carbono.
Los resultados confirman que el cambio climático es el mayor fracaso del mercado jamás visto por no internalizar el valor del clima como bien público global y no registrar adecuadamente los impactos sociales y en servicios ambientales. Esto implica que, más allá de la valorización económica, se requiere tomar decisiones éticas respecto al valor que asignamos a las necesidades de futuras generaciones y a los ecosistemas que nos prestan múltiples servicios ambientales, los cuales perderemos antes de que el mercado nos dé señales de esta pérdida.
Debido a que es una falla de mercado, el cambio climático no puede ser tratado como responsabilidad exclusiva de las instituciones ambientales, sino como problema económico central y transversal con serias implicaciones fiscales. Y desde la óptica económica es más rentable actuar ahora que dejar el problema a las generaciones futuras.
El cambio climático presenta una serie de desafíos que tienen que enfrentarse a través del aporte de diversos actores, incluyendo el sector público, el sector privado, la ciudadanía y sus organizaciones civiles, el sector académico, las instituciones de integración y la comunidad internacional. Las instituciones socias del proyecto reiteran su compromiso de seguir profundizando su trabajo conjunto para desarrollar el conocimiento y las capacidades necesarias para que todos los actores puedan tomar decisiones más informadas para reducir vulnerabilidades, mejorar la adaptación al cambio climático y encaminar las economías a sendas sostenibles y bajas en carbono.

1 comentario:

Mark de Zabaleta dijo...

Excelente trabajo


Marc de Zabaleta Herrero convic

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