21 oct 2010

Palmar de Varela se está quedando sin tierra seca por el invierno

Más del 70 por ciento de este municipio del Atlántico tiene sus calles bajo las aguas.

El drama que viven los Ojito Rua, desde el pasado fin de semana, no cambia. El agua en su calle (la 4 según la nomenclatura), alcanza el metro de altura, 70 centímetros menos que la calle 1, que es la más cercana al embalse.

Por ello, en la casa de la familia el espacio que ocupaban los electrodomésticos y los muebles hoy se lo tomaron las ranas, mosquitos y arañas.

"Las plagas son insoportables en las noches; y los brotes de enfermedades empiezan a afectar a los pocos que quedamos por acá", aseguró Nivaldo Orozco, quien tuvo que sacar a sus hijos de su casa el pasado martes, porque el agua estancada les estaba produciendo rasquiña en las piernas.

Algunos palmarinos se han que quedado cuidando lo poco que les quedó. Aseguran que la ayuda ha sido nula y que los censos que se adelantan aún no muestran frutos.

No obstante, justo al mediodía del pasado miércoles, dos delegados de la Secretaría de Salud departamental iban de casa en casa entregando pequeñas provisiones de repelente contra insectos (katori), y otro equipo se encargaba de fumigar casas.

Esta es la segunda inundación de gran magnitud que vive el municipio desde la sufrida en 1970.

Los que la recuerdan dicen que fue peor que la actual, pero el silencio en las calles advierte el miedo de los moradores por un próximo aguacero, que podría dejar peores consecuencias.

Los palmarinos luchan contra la inundación, las casas tienen barricadas hechas de sacos llenos de arena y pequeños muros en las puertas para que el agua no se les meta. Algunos pescadores han tenido que dejar de buscar peces, para transportar gente y electrodomésticos.

Uno de ellos, Norberto Domínguez, conocido en el sector como 'Cañón', anda de aquí para allá en medio del pantano que ya es parte de su casa, pues esta colinda con la trinchera que impedía el paso del agua de la ciénaga.

"Siempre ando ayudando a los vecinos que aún tienen cosas en sus casas, y en las noches cuido que los ladrones no vengan a hacer fiesta", cuenta el pescador mientras recorre las calles en su embarcación.

Según la comunidad, algunos de los damnificados aceptaron quedarse momentáneamente en el Colegio María Bernarda, conocido como el bachillerato comercial, ubicado en la calle 3.

Mientras el agua no baja sus niveles, la estatua del libertador ubicada en la plaza le da la espalda a la inundación. Quizás esperando que las motobombas evacuen el agua y que las ayudas lleguen, porque Palmar de Varela no aguanta otro aguacero.

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