27 sept 2010

La tecnología ancestral puede ayudar contra el cambio climático

La representante de la Oficina Regional de Ciencias para América Latina y el Caribe de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), Denise Gorfinkiel, afirma que los conocimientos ancestrales pueden ayudar a generar sistemas que ayuden al mundo a enfrentar los efectos negativos del cambio climático. 

Ella llegó esta semana a La Paz y participó en el seminario "Experiencias y desafíos de adaptación al cambio climático en las comunidades rurales vulnerables de la región andina". El objetivo del foro fue colectar experiencias que sirvan como nuevas alternativas de adaptación y confrontación a este problema planetario. 

— ¿Cuál es la percepción de la UNESCO sobre los efectos del cambio climático ? 

—Los efectos del cambio climático ya se están produciendo en toda la región y los países se tienen que ir adaptando. Se tiene que buscar la manera de acumular información y generar redes de conocimiento para poder intercambiar experiencias entre las distintas comunidades y frente a los distintos impactos. 

— ¿Qué sucede en América Latina? 

—Hay alarma en el sentido de que es momento de poner el tema del cambio climático y sus efectos en la agenda pública. Si no lo hacemos vamos a tener problemas muy serios. No se habla de años, pero una cosa es real: mientras más lo atrasemos, más difícil y más problemas vamos a tener como impacto del cambio climático. 

— ¿Cómo puede ayudar el conocimiento de las comunidades rurales? 

—Se puede combinar las tecnologías ancestrales con las tecnologías actuales para hacer frente (al cambio climático). Creo que el conocimiento de las comunidades rurales, que han visto estos cambios en su propio contacto con la tierra, tiene que ser transmitido: el cómo han hecho para ir adaptándose poco a poco a los cambios. 

— ¿Se pueden combinar las tecnologías con los conocimientos ancestrales? 

—Son cosas diferentes. Por un lado tenemos los conocimientos ancestrales que tienen un lugar y que deberían trasmitirse; son una forma de atender el problema. Después habría que hacer toda una inversión en lo que son las tecnologías más limpias. No es que sean incompatibles. 

— ¿Cuánto se destina a las investigaciones y a la mitigación en la región, en este tema? 

—Hay mucha retórica y poca práctica. Hay muchos discursos, pero la brecha entre decirlo y aplicarlo todavía es muy grande. Entonces, lo que debemos hacer es acortar esa brecha entre el discurso y la implementación de lo que se dice. 

— ¿Qué países llevan la delantera en trabajos de mitigación? 

—Creo que todos están en el mismo nivel. Pero, reitero, hay mucha retórica y poca actividad. En Europa, creo que Alemania realiza más acciones. En América Latina, hay algunas experiencias de apoyo a la energía solar de manera muy fuerte. Por ejemplo en Brasil hay una red de ciudades solares. Es como que se hacen pequeños esfuerzos independientes, pero lo que hay que hacer es conjugar todas las actividades que se están realizando. 

— ¿Cómo ve los efectos en la región? 

—Creo que todo está afectado por un proceso gradual. El problema es que no se le ha prestado importancia desde su comienzo y ahora empiezan a aparecer visiones radicales que nos llevan a pensar que todo está a punto de perderse. Se está afectando a todo lo que tiene que ver con el manejo de recursos naturales. Pero hay cosas que son agotables y que si no las cuidamos se van a acabar; éste es el caso de la minería y el petróleo. 

Tenemos que prepararnos para el cambio paulatino hacia matrices con porcentajes mayores de energías renovables o en el caso del problema del agua, porque ya los mismos glaciares se están derritiendo. Además, no hay un cambio de estaciones como antes, las lluvias se hacen más graves. Creo que siempre hubo inundaciones, pero ahora son con más fuerza, o siempre hizo calor, pero ahora es más fuerte, y los periodos de lluvia más cortos. 

—Entonces, ¿qué deberían hacer los gobiernos para luchar con este problema? 

—La verdad es que hay muchos gobiernos y se da una contradicción entre el desarrollo económico y el desarrollo sostenible. Estamos en un momento en que hay que pensar en tres variables: lo que es económicamente viable o factible; lo que sociológicamente, desde la perspectiva social, tiene impactos positivos en la erradicación de la pobreza, y lo que es institucionalmente posible. 

Entonces, entre esas variables existe una suerte de áreas muy restringidas en las que los gobiernos pueden tomar decisiones políticas. Si siguen con la perspectiva con la que se están enfrentando los nuevos problemas, no sé cuál podrá ser el impacto. 



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