29 sept 2010

Los nuevos desafíos de la agricultura en Las Américas

Las Américas constituyen una región exportadora neta de alimentos. Además, es una de las pocas regiones del planeta en que algunos países aún disponen de tierras potenciales para ampliar su frontera agrícola, aunque hay factores que limitan la incorporación de nuevas tierras para la agricultura. Sin embargo, para que la agricultura de esa región pueda contribuir al logro de la seguridad alimentaria mundial al 2020 y abastecer de materias primas a la producción de bienes no alimentarios, se requiere incrementar sus rendimientos, los cuales hoy en día son inferiores a los promedios mundiales. Consecuentemente, existe una importante oportunidad para que los países del hemisferio adopten políticas proactivas para afrontar el principal desafío, que es "lograr una agricultura competitiva y sustentable".
Las imágenes de los incendios en los trigales de una Rusia afectada por la sequía, o las de las inundaciones en Pakistán, China y la India en agosto, vuelven a poner los reflectores mundiales sobre la agricultura y su papel estratégico, sobre la prioridad que debe otorgarse a la seguridad alimentaria en la agenda política, y sobre el incremento de la variabilidad climática que hoy nos afecta. 

Todos esos son temas que ocupan al Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura, una agencia especializada del Sistema Interamericano, con 34 Estados Miembros que van desde Canadá y Estados Unidos en el norte, hasta Argentina y Chile en el sur, pasando por la América Central y el Caribe. Aunque contamos con varios países observadores, España es el único que posee la categoría de Estado Asociado. En Madrid tenemos –gracias a un acuerdo con el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino– la Oficina Permanente para Europa, una ventana a la cooperación con las naciones de la Unión Europea. 

El nuestro es uno de los organismos más antiguos del multilateralismo: fundado en 1942, este año nos disponemos a celebrar el 68 aniversario. Durante estas casi siete décadas, nos hemos dedicado a apoyar a nuestros países en sus esfuerzos por mejorar la agricultura y el bienestar rural.

Gracias a esta larga experiencia de trabajo en las Américas, los técnicos del Instituto conocen el campo en el que deben actuar, pero también los desafíos que nos impone un contexto cada vez más complejo. Me propongo, precisamente, compartir con los lectores la visión que hemos construido en el IICA sobre la agricultura y por qué consideremos que, junto con ser sustentable, debe ser competitiva e incluyente. Se trata de un análisis desarrollado con participación de muchos técnicos del Instituto y expertos de fuera de él. Representantes de los países también han dado sus aportes para poder ofrecer este panorama amplio y sistémico que parte del reconocimiento de una profunda heterogeneidad, no solo entre naciones sino dentro de las mismas naciones. 

Este artículo es una síntesis de las discusiones que hemos sostenido en el IICA para elaborar los instrumentos estratégicos que orientarán nuestra cooperación técnica en los próximos años. 
El escenario global

Demos una rápida mirada al escenario mundial. La economía del mundo se ha visto afectada en los últimos años por un entorno de crisis y cambios muy dinámicos, que han impactado significativamente en el desempeño de la agricultura de los Estados Miembros del IICA, aumentando los niveles de pobreza y hambre, imprimiendo volatilidad al comportamiento de los mercados y agudizando los problemas de seguridad alimentaria (IICA, CEPAL y FAO 2009). 

Aunque los mercados agrícolas siempre han mostrado variabilidad en los precios, la velocidad, la magnitud y los cambios de dirección en las tasas de variación han sido más pronunciados en los últimos tres años, lo que ha generado inestabilidad. Entre los factores que evidencian este escenario de fluctuación están los siguientes: 

• el rápido crecimiento de la demanda por productos básicos de la China y otros países emergentes, en momentos donde las reservas mundiales estaban en niveles históricamente bajos; 

• las serias dificultades que enfrenta el mercado de hidrocarburos, que llaman a un esfuerzo serio para el desarrollo de fuentes alternativas de energía y al ahorro de esta; y 

• las condiciones en que se da la producción de alimentos, afectada por los cambios en las condiciones climáticas y por la volatilidad en los precios de los insumos para producir, como los fertilizantes. A consecuencia de esto último, los precios de los alimentos están expuestos a la imprevisibilidad. 

Claro que hay otro conjunto de factores globales que han afectado, afectan y afectarán el desempeño de la agricultura, como son la inseguridad pública, la inestabilidad social, la inestabilidad política y la migración, que son problemas que han venido creciendo y que posiblemente no se solucionarán en el corto plazo. 

Diversos organismos internacionales sostienen que la economía mundial muestra signos de recuperación desde finales de 2009 y anticipan que durante 2010 va a tener un crecimiento cercano al 4%. Pero los motores del futuro crecimiento mundial estarán en los países emergentes (liderados por China, India y Brasil), mientras los países desarrollados presentarán una recuperación más lenta (OCDE y FAO 2010, USDA 2010). 

La recuperación más rápida de los países emergentes obedece fundamentalmente al comportamiento vigoroso de la demanda interna, como resultado de las políticas públicas anticíclicas. En el caso de América Latina, los principales elementos que explican la recuperación son el crecimiento de China como destino de las exportaciones regionales y la evolución de los precios de los productos básicos exportados. 
El escenario de los mercados agropecuarios

Acerquémonos ahora a lo que acontece en los mercados agropecuarios. En el mediano plazo persistirán los desequilibrios, debido a la presión de una demanda creciente frente a una oferta que aumenta más lentamente, lo que favorecerá la recuperación de los precios de los productos básicos. 

Esa situación se mantendrá en tanto no se superen las restricciones que impiden expandir la oferta (como los niveles bajos de productividad en producciones agrícolas en países menos desarrollados e imperfecciones en los mercados) y no se mejoren las condiciones que permiten a la población tener acceso a dichos productos, en especial sus ingresos. 

La demanda por productos de la agricultura crece y se diversifica como resultado de varios factores: 

• La población mundial crecerá y hay expectativas de que se recuperen los ingresos globales conforme las economías retomen senderos de crecimiento, el que se estima será de 5,2%, lo que implica un aumento de 3,7% en el PIB por habitante (CEPAL 2010), por lo que se demandarán más alimentos y de mejor calidad, así como otros bienes no alimentarios de origen agrícola. 

• La más rápida recuperación mostrada por los países asiáticos, especialmente China, está actuando como un factor compensador del lento crecimiento de los países desarrollados y ha permitido que desde finales de 2009 se recuperen las exportaciones regionales. China y otros países de Asia han ganado mucha importancia como mercado de destino de las exportaciones globales de la región. 

• La población se urbaniza y cambian sus hábitos de consumo. Para el 2015 se estima que en el hemisferio solo el 19% de la población será rural y el 81% vivirá en centros urbanos (IICA 2009). 

• Los consumidores demandan más productos con valor agregado y destinados a nichos de demanda con precios más atractivos, en vez de productos con poco nivel de procesamiento ("commodities"). 

• Hay una demanda creciente de productos agrícolas para usos diferentes a la alimentación humana (agroenergía, aceites industriales, medicina e industria textil, entre otros) o animal. Se pronostica que en esta última actividad habrá mayor expansión en el mediano plazo. Crecen las exigencias de los consumidores sobre la nutrición y la calidad e inocuidad de los alimentos. 

• Se crean y amplían esquemas de integración y de libre comercio entre los países, los cuales incrementarán el flujo de comercio. 

Frente a un crecimiento dinámico de la demanda de alimentos, la expansión de la oferta 
ha sido más lenta, fundamentalmente porque: 

• Se observa una reducción del ritmo de crecimiento de los rendimientos y de la productividad. 

• Se calcula que más del 80% de las unidades de producción agrícola tienen una extensión inferior a las dos hectáreas, presentan baja productividad, producen para el autoconsumo y colocan sus excedentes en el mercado local en forma limitada. 

• Hay restricciones y competencias crecientes en el uso de los recursos naturales, que son la base fundamental para la producción agrícola. Se anticipa que habrá una menor disponibilidad de tierras, debido a la competencia de la expansión urbana y de otras actividades económicas, así como por la degradación y desertificación de los suelos. También hay una creciente limitación en la disponibilidad de agua potable, recurso del que la agricultura es el principal consumidor. Por otro lado, existen impactos crecientes debidos a la variabilidad y el cambio climáticos (por ejemplo, sequías, inundaciones, cambios en los rendimientos, aparición de plagas y enfermedades más virulentas). 

• Aún persisten barreras arancelarias y no arancelarias que desestimulan el comercio. 
Los desafíos más importantes

No sin preocupación, se estima que para el 2050 se requerirá duplicar la cantidad de alimentos que hoy se produce y que la producción agrícola también deberá atender las demandas de insumos agrícolas para sus crecientes usos no alimentarios. 

Las Américas constituyen una región exportadora neta de alimentos. Además, es una de las pocas regiones del planeta en que algunos países aún disponen de tierras potenciales para ampliar su frontera agrícola, aunque hay factores que limitan la incorporación de nuevas tierras para la agricultura. Sin embargo, para que la agricultura de esa región pueda contribuir al logro de la seguridad alimentaria mundial al 2020 y abastecer de materias primas a la producción de bienes no alimentarios, se requiere incrementar sus rendimientos, los cuales hoy en día son inferiores a los promedios mundiales. 

Consecuentemente, existe una importante oportunidad para que los países del hemisferio adopten políticas proactivas para afrontar el principal desafío, que es "lograr una agricultura competitiva y sustentable". 

Para ello se tiene a favor que hoy existe un reconocimiento de la importancia estratégica de la agricultura, la cual quedó demostrada durante la crisis de los precios altos de los productos básicos que se dio en 2008, que incrementó los problemas de inseguridad alimentaria y obligó a todos los países a emprender políticas públicas para contrarrestar la crisis y a incrementar los recursos asignados a la agricultura y al desarrollo rural, como fue reafirmado por los mandatarios del hemisferio durante la Cumbre de Puerto España (abril de 2009) y consignado por los Jefes de Estado en la Declaración de L´Aquila adoptada en la Cumbre del G-8 (julio de 2009).



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