4 oct 2010

Los ‘bonos catástrofe’: cómo hacer rentable un desastre natural

Es una salida, una vía de escape para las compañías aseguradoras que se juegan miles de millones cada año con la llegada de la temporada de huracanes, tifones, lluvias, terremotos... Fenómenos naturales que pueden suponer un agujero en las cuentas de las compañías. Con la emisión de bonos catástrofes, también conocidos como "bonos de actos de Dios", las compañías transfieren el riesgo al mercado de capitales, a los inversores más arriesgados. "Es una forma de titulización, como las hipotecas", explica Pedro Carvajal, profesor de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.
Todo o nada

Por el momento, parece que este tipo de bonos se ha recuperado, ya que en el primer semestre, se han emitido 2.350 millones de dólares, frente a los 1.400 millones de dólares del mismo periodo un año antes, de acuerdo con los datos de Moody's. Especialmente bueno fue el segundo trimestre del año, cuando las empresas se apresuraron ante las previsiones frente a una temporada de huracanes que los meteorólogos pronosticaron por encima de lo normal.

Desde Moody's han observado que los bonos emitidos tienen exposición a los peligros de EE UU, especialmente al viento, donde se han emitido bonos por importe de 2.000 millones de dólares. Los 350 millones restantes se han destinado a riesgos sísmicos y 150 millones de dólares a peligros en Europa.

Quienes optan por los bonos catástrofes, asumen un elevado riesgo ya que la rentabilidad del bono es directamente proporcional al riesgo que el atrevido inversor esté dispuesto a asumir. Si bien el riesgo es, no obstante, tan elevado como el beneficio que puede obtener el inversor, ya que los cupones son comparativamente altos.
En caso de que el desastre natural exceda de unos parámetros, el inversor no cobrará los intereses generados. Por el contrario, en el caso de que la magnitud de la catástrofe no sea superior al acordado, el inversor cobrará un elevado interés.

En Japón optaron por emitir bonos catástrofes para protegerse contra los terremotos. En aquella ocasión la rentabilidad variaba en función del grado que alcanzara el terremoto en la Escala Richter. En concreto, si llegaba a los 7,1 grados el inversor perdía el 25%; en el 7,2 grados, el 50%; en el 7,3 grados, el 75% y si el terremoto tocaba los 7,4 grados, perdía el 100%.

El huracán Katrina, que en el año 2005 arrasó Nueva Orleans, en EE UU, generó unas pérdidas de 60.000 millones de dólares (44.000 millones de euros) a las aseguradoras. Y es que el país tiene un gran riesgo. Por ello, la compañía Walt Disney optó por emitir directamente este tipo de bonos, con el objetivo de proteger a su parque de Orlando en caso de que se produjera un desastre natural.

Susana Blanco, profesora de la Universidad Complutense de Madrid, advierte de que se trata de activos que el inversor "coge con mucha cautela porque son muy complicados" además, tienen muchas "variaciones". A esto se suma que tras la crisis económica se ha notado una tendencia hacia las inversiones conservadoras. Pese a ello, Carvajal ve futuro en este tipo de inversión y vaticina que puede tener éxito entre inversores institucionales.


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