7 oct 2010

Pocos avances en China durante convención de ONU sobre cambio climático

Tianjin, China.- En su tercer día de trabajo en la reunión de los grupos de trabajo de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (UNFCCC) y del Protocolo de Kyoto, de la que será la última negociación de los países antes de la cumbre de Cancún (COP 16), los avances son escasos, de acuerdo con lo que los propios negociadores reportan.

Aunque la intención inicial declarada por los asistentes era concentrarse en los temas, llegar a acuerdos y finalmente entrarle a la redacción del texto, en los hechos lo que está sucediendo es que lo que se está discutiendo es la forma. Sí, leyó usted bien, lo que se está discutiendo es la forma en que se va a discutir lo que hay que discutir.

Hay un concepto que sube y baja, se oye en corredores, conferencias de prensas, grupos de trabajo y en todos lados: el balanced package, es decir, el paquete balanceado. ¿Qué hay en este paquete balanceado? Algo así: una propuesta en la que hay equilibrio, en la que no hay ventaja sólo para un país, sino para todos. Un paquete en donde todos ceden y todos ganan. Suena bien, pero la gran pregunta es ¿cómo se aterriza? ¿qué va a ceder Estados Unidos? ¿dónde radicará el balance? ¿qué habrá en el centro de ese balance? Nadie tiene, con claridad y certeza, tales definiciones. Así es.

Hay dos grandes paradojas en esta torpe y desesperante parálisis de los delegados de los países: la primera es que los delegados saben perfectamente que si no hay resultados concretos en Cancún el proceso multilateral perderá credibilidad, perderá sentido, se diluirá y requerirá mucho más tiempo mientras que en el tema de cambio climático lo que falta precisamente es tiempo, lo que urge precisamente son políticas, soluciones, recursos, foco y voluntad política. Ellos lo saben, pero no pasa nada. Esta claridad de la catástrofe que puede venir si no se ponen de acuerdo es posible escucharla lo mismo en los delegados de la Unión Europea, que en los de Bolivia, es decir, lo mismo en los países desarrollados que en los no desarrollados.

La segunda gran paradoja es la contradicción que hay entre los ciudadanos y los políticos. Los ciudadanos sabemos que el cambio climático urge, sabemos que inundaciones, tormentas, huracanes, sequías, incremento del nivel del mar, entre muchos otros impactos están ya aquí o están muy cerca. Los ciudadanos estamos dispuestos a actuar, cambiamos los focos, compartimos el carro, utilizamos el transporte público, desempolvamos la bici, entre muchas otras medidas, pero de alguna manera, el sentido de urgencia que a nosotros nos lleva a actuar no genera sinergia con lo que pasa en la esfera política. Un ejemplo lo veremos este próximo domino, 10, del 10 del 2010, cuando ciudadanos de todo el mundo llevarán a cabo en por lo menos 5 mil ciudades diverso tipo de eventos: marchas, kermeses, exposiciones, conciertos, un sinfin de actividades, en demanda de que se actúe de manera urgente contra el cambio climático. Los ciudadanos estamos movilizados, los políticos no. Es una ironía, es una paradoja, sus consecuencias si los políticos no actúan serán muy graves, no sólo para el clima del planeta, también para la diplomacia internacional, también para nuestra habilidad para resolver problemas mediante el consenso.

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