Hace justo un año, el 10 de enero de 2010, Cáceres vivió una jornada histórica. Una nevada sorprendió a los ciudadanos un domingo frío, que todavía arrastraba la resaca de las fiestas navideñas. A la una y media de la tarde comenzaron a caer los primeros copos sobre la ciudad, que no cesaron durante cinco horas. Y, sorprendentemente, la nieve cuajó. El manto blanco se posó sobre las piedras de la Ciudad Monumental y dejó, entonces, estampas para el recuerdo. Desde el año 1983 no se recordaba un acontecimiento similar. Por eso, los cacereños se echaron a la calle con sus cámaras de fotos para inmortalizar el momento. No fue para menos. La escena tardará en volver a repetirse.
«La nieve en Cáceres capital es un fenómeno raro», asegura Adolfo Marroquín, delegado territorial de la Agencia Estatal de Meteorología. Lo que ocurrió, explica, es que el 10 de enero de 2010 se dieron las condiciones necesarias para que la cota de nieve estuviera baja. «Que la cota baje a 500 metros en plena meseta es raro», insiste. La ciudad se encuentra a 460 metros sobre el nivel del mar. Además, esa tarde los termómetros registraron 1,5 grados bajo cero, lo que impidió que los copos se fundieran al llegar al suelo. La nieve logró alcanzar una altura de siete centímetros.
Los copos no se marcharon del todo y regresaron en la madrugada del domingo al lunes. Así que el 11 de enero los cacereños se despertaron con las calles todavía teñidas de blanco. Pero no todo fue tan idílico durante esas horas. A los servicios de emergencia les tocó trabajar. Y mucho.
Los operarios de Conyser, la empresa concesionaria del servicio de limpieza, repartieron cinco toneladas de sal sobre el asfalto para evitar problemas en la circulación. La centralita de la Policía Local se colapsó y los agentes, al igual que los bomberos, no pararon. Hubo problemas de tráfico y árboles derrumbados. Cerca de 40 coches se quedaron atrapados durante una hora en la carretera del santuario de La Montaña. Sus ocupantes subieron para contemplar las vistas desde el mirador pero, a la vuelta, las placas de hielo impidieron el descenso. Además, el servicio de autobús quedó interrumpido.
Son los ecos de la nevada del siglo, que sopla su primera vela. Muchos la han recordado estos últimos meses gracias a las fotos que nos regaló aquel frío domingo de enero.
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