5 nov 2010

Cambio climático, más que un problema de temperatura


Entre fanfarrias los gobiernos del mundo celebraron en 1992 la Cumbre para la Tierra en Río de Janeiro. Allí ofrecieron avanzar hacia un desarrollo amigable con el medio ambiente, y los países industrializados prometieron enfrentar el cambio climático reduciendo la emisión de gases de efecto invernadero con plazo al 2000. Han pasado 18 años, el clima está desbocado con sequías, lluvias y huracanes poderosos, mientras la temperatura del planeta sube, la destrucción de hábitats avanza y casi todos los estudios hablan de un presente difícil y un futuro peor.

En 2012, dos décadas después, se efectuará la cumbre Río +20, bautizada así porque está programada para realizarse en la misma ciudad de la primera. ¿Podrá para entonces la comunidad de gobiernos exhibir buenas cuentas? ¿Podrá decir que cumplió sus promesas? Queda poco tiempo y la realidad no ofrece argumentos suficientes como para formular una respuesta positiva.

El aumento de la temperatura, atribuido por un grupo de científicos patrocinado por Naciones Unidas a la quema de combustibles fósiles y la tala de bosques, y por otro –enfrentado al primero– a los milenarios ciclos solares, es uno de los más graves problemas que sufre el planeta. La temperatura se elevó 0.6 grados centígrados en el último siglo, que fue un periodo de gran industrialización y emisión exponencial de gases. Al ritmo actual, subiría entre 1.4 y 5.8 grados más en 2100.

Aun cuando el incremento sea el mínimo esperado, será el mayor registrado en cualquier siglo en los últimos 10,000 años, advierte el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), ganador del Premio Nobel de la Paz en 2007, y en cuyos estudios los gobiernos han depositado toda su confianza. Si bien los ciclos de enfriamiento y calentamiento planetarios se vienen produciendo desde hace millones de años, nunca hubo tanta población –más de 6,300 millones de habitantes– como ahora. Se trata de un escenario donde el orbe es sometido a una intensa presión.

Debido al aumento de la temperatura vaticinada, los científicos del IPCC predicen que miles de especies vegetales y animales se extinguirán, los eventos climáticos serán más agresivos, el nivel del mar subirá al punto que cubrirá islas y costas y los rendimientos agrícolas bajarán. Será un escenario dramático para la vida humana.

En una escala previa a Río+20, representantes de gobiernos y de Naciones Unidas se reunirán en la llamada Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP16), entre el 29 de noviembre y 10 de diciembre en Cancún, México. La Convención Marco es uno de los instrumentos creados en la Cumbre de la Tierra, y la próxima cumbre es su principal instancia negociadora.

Nadie espera que en México se firmen tratados jurídicamente vinculantes, pues las negociaciones previas patinaron entre posiciones inamovibles y desconfianza. Pero sí habrá anuncios sobre reducción de emisiones de carácter voluntario y arreglos financieros para enfrentar el calentamiento global, según declararon a PODER la directora del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) para América Latina y el Caribe, Margarita Astrálaga, y el principal negociador del país anfitrión, Luis Alfonso de Alba. No se avanzará más, ya que hay países como Estados Unidos, el segundo generador de gases de efecto invernadero luego de China, que no está en condiciones, por su situación interna, de asumir mayores compromisos, dijo De Alba.

La de México y la cita previa, la COP15 realizada en Dinamarca a fines de 2009, fueron planteadas en un principio como instancias donde se decidiría dar continuidad a uno de los instrumentos centrales de la Convención Marco: el Protocolo de Kyoto de 1997. Ese acuerdo obliga a los países desarrollados a bajar sus emisiones de gases hasta 2012. Pero el tema no ha podido avanzar. Es más, no hay certeza plena de que a futuro se firmará un instrumento posKyoto o si, más bien, llegará a formularse otro de mayor envergadura que englobe a todos los países, ya no sólo a los desarrollados. Sobre este punto podrían surgir noticias más claras en la COP17 programada para Sudáfrica en 2012, o en la propia Río+20.

De todas formas, el científico boliviano David Cruz, uno de los autores de los informes del IPCC, advirtió que si en Cancún los gobiernos no resuelven qué pasará con Kyoto, ese instrumento entrará “en proceso de lenta agonía y muerte, lo que acabará afectando los principios de la Convención Marco. Estamos profundamente preocupados no sólo porque las ofertas de reducción [voluntarias] hasta el momento no permiten enfrentar satisfactoriamente el peligro del cambio climático, sino porque, además algunos países desarrollados plantean eliminar el Protocolo de Kyoto, que es el único acuerdo legal vinculante, vigente sobre reducción de emisiones de los países desarrollados, principales responsables históricos del cambio climático”, dijo Cruz a PODER.

José Sarukhan, coordinador de la Comisión Nacional para el Conocimiento y uso de la Biodiversidad de México, tiene otra perspectiva. Si en Cancún se aprueba el programa voluntario de reducción de emisiones y se avanza en la constitución de un fondo verde para apoyar la lucha contra el cambio climático “se habrá dados grandes pasos”. A su entender, “en estas circunstancias es mejor lograr avances en estos dos puntos que darse de topes contra una pared”, al pretender que Estados Unidos cambie su postura frente a Kyoto.

Según la mayoría de científicos, más allá de los debates y negociaciones sobre la continuidad o no de Kyoto, lo importante es evitar que la concentración de gases de efecto invernadero continúe aumentando. La atmósfera presenta en la actualidad una acumulación de gases de 387 partes por millón. Si no se logra bajar a 350 o menos, la temperatura se incrementará más de dos grados centígrados y eso traería consecuencias desastrosas para la vida en el planeta, advierten.

El panorama es malo y está empeorando

El Pnuma señala que el cambio climático es el principal problema de nuestro tiempo y el mayor desafío que enfrenta la comunidad internacional. “Se trata de una creciente crisis económica, de salud y seguridad, de producción y de otras dimensiones”, reza uno de sus documentos. Con la alteración del clima está en riesgo la producción de alimentos, pues se elimina la certeza sobre los ciclos agrícolas, el mar sube y contamina las reservas de agua dulce y aumenta el riesgo de inundaciones catastróficas. Además, una atmósfera que se calienta promueve la propagación de plagas y enfermedades hacia lugares donde usualmente no se presentaban, advierte el organismo. “El panorama hasta la fecha es malo y está empeorando”, sentencia. De acuerdo con su perspectiva, hay ya “pruebas alarmantes” de que se han dado cambios irreversibles en los ecosistemas.

¿Todo se debe al cambio climático? La directora del Pnuma aclara que no, pero advierte que junto a otras variables ambientales ha generado una situación peligrosa que amenaza con generar un “colapso total de ecosistemas”. Sarukhan tampoco cree que todo se deba al cambio climático y prefiere hablar de un problema global con varias aristas, entre ellas el estilo de vida promedio de la humanidad. “Obviamente esto no se trata sólo de un asunto de energía o de transporte que son dos pecadores fenomenales, sino de mucho más”.

Los ambiciosos compromisos que los gobiernos del mundo asumieron en la Cumbre de la Tierra hace 20 años, entre ellos bajar sus emisiones, no parecen haber tenido un efecto determinante. En el presente, la situación es mucho peor que en aquellos años, según indica la mayoría de estudios. La oficina de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático informa que el nivel del mar subió entre 10 y 20 centímetros durante el siglo XX y que para el año 2100 ese incremento podría ser de entre ocho y 88 centímetros más.

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