MÁLAGA Mañana se cumplen dos años desde que la zona oeste se viera afectada con vientos de entre 120 y 180 km por hora
Llegó por sorpresa, tan rápido como se fue. Pero dejó a su paso un reguero de destrucción. Árboles sacados de cuajo y caídos sobre coches, ventanas arrancadas, viviendas arrasadas, tejados volando por el aire y 25 heridos. Mañana se cumplen dos años del tornado que provocó numerosos daños en una amplia zona del oeste de la capital. Dos años en los que se han restañado heridas y recuperado la normalidad, pero en los que las consecuencias continúan presentes.
Era domingo por la noche, sobre las 21.30 horas cuando llegó el tornado a la capital, con vientos de entre 120 y 180 kilómetros por hora. Su camino estaba perfectamente marcado por la destrucción que dejó. Tenía unos 300 metros de ancho y afectó a un tramo de unos tres kilómetros de longitud, entre la barriada de Nuevo San Andrés y la estación de autobuses.
Los operarios del Ayuntamiento de Málaga trabajaron a destajo durante toda la mañana siguiente. Los bomberos fueron los primeros en llegar el domingo por la noche, pero luego se continuó el trabajo durante varios días, con el apoyo de los Servicios Operativos. Se retiraron 120 árboles y más de 14.000 kilos de diferentes residuos, como farolas, cautelaría, ladrillos o cascotes, sólo en el primer día. La Carretera de Cádiz y la Cruz del Humilladero fueron los distritos más afectados, aunque en zonas muy concretas, como las calles de Puerto Oncala, plaza de las Tres Cruces, avenida de Europa, La Unión y el Camino de San Rafael.
Dos años después algunos vecinos de Nuevo San Andrés «se echan a temblar en cuanto sopla un poco más de viento», como señala la presidente de la asociación de vecinos, Teresa Retamero. No es para menos, su barrio fue una de las zonas más afectadas y todavía hay vecinos que sufren las consecuencias. «Hay 15 pisos que todavía tienen filtraciones cada vez que llueve porque no hicieron bien los arreglos de la cubierta», subraya Retamero, quien culpa al técnico que dio el visto bueno a unos trabajos que no se completaron totalmente.
«El problema es que las cubiertas están muy bien, pero no actuaron en el saliente que hay entre la fachada y la cubierta, por donde se cuela el agua», asegura la presidenta de Nuevo San Andrés. El resultado ha sido que las comunidades de vecinos han tenido que asumir estas reparaciones, con la compra de telas asfáltica para aislar la zona afectada «pese a que somos un barrio obrero y muy afectado por las obras».
Esta circunstancia no evita que Teresa Retamero alabe la actuación de las administraciones, «que han cumplido con todo lo prometido».
Hay que recordar que fueron afectadas 179 viviendas del barrio Nuevo San Andrés, donde la Consejería de Obras Públicas y el Consorcio de Seguros abonaron 2,5 millones de euros para el arreglo de las cubiertas de los edificios y en el interior de algunas viviendas. La Junta de Andalucía asumió así la mitad del coste de las reparaciones de las cubiertas y que no cubría el seguro, además de ayudar en la reparación de los pisos con los propietarios.
Secuelas físicas
El taxista José Luis Ortigosa fue el herido más grave de los 25 afectados por el tornado. Lo cogió en la calle y todavía recuerda «como si hubiese sido ayer, pero no tengo ningún trauma por ello».
La herida le afectó a la pierna derecha, en el muslo, lo que le tuvo dos meses y medio sin poder moverse. Casi dos años después sólo le quedan algunas secuelas de ese día, que le recuerdan lo cerca que estuvo de sufrir más daños: «Todavía noto calambrazos, sobre todo cuando el tiempo va a cambiar o llevo muchas horas sentado en el taxi, porque cuando me levanto salgo cojeando».
Ortigosa, no obstante, tiene ya todo olvidado, o por lo menos no le supone un recuerdo duro: «Paso muchas veces por donde ocurrió todo mientras trabajo y no me importa».
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