23 sept 2010

Cultura de la Prevención Frente a los Desastres Naturales

Hasta hace pocos años los efectos nocivos del cambio climático global eran prácticamente un tema exclusivo de debate entre científicos; no obstante, en muy poco tiempo el mundo ha visto el acelerado incremento en frecuencia e intensidad de los fenómenos meteorológicos, que lo mismo causan inundaciones que sequías. Nuestro país en este momento sufre ya las duras consecuencias y Veracruz es una de las entidades en la que más daños provocan los efectos adversos de la nueva realidad del clima en el planeta.

El resultado de cada meteoro que impacta a nuestro estado es sumamente costoso, porque pone en grave riesgo la vida de miles de personas y provoca la pérdida material de sus patrimonios, la mayor de las veces producto de años de trabajo y sacrificio. También origina daños incalculables en el aparato productivo del estado, con pérdidas en la agricultura, la ganadería y el comercio; la infraestructura de servicios y de comunicaciones se ve severamente afectada, dejando un panorama desolador para regiones enteras.

Ante la inclemencia de los efectos que trae aparejados el cambio climático, la sociedad espera de sus autoridades gubernamentales, un ajuste y actualización a sus políticas públicas y al presupuesto destinado a la reparación y sobre todo a la reconstrucción. Especialmente es necesario que el gobierno federal amplié sus horizontes de acción, puesto que el actual diseño institucional del Fondo de Desastres Naturales es a todas luces insuficiente para el reto colosal que significa las pérdidas materiales registradas simultáneamente en distintos estados de la república.

En el caso de Veracruz, el Gobierno del Estado está cumpliendo su encomienda con un sistema estatal de protección civil bien organizado que realiza encomiables tareas en conjunto con las fuerzas militares y navales, además de contar con un sistema de monitoreo que hace posible tomar medidas de prevención y de apoyo logístico para anticiparse a los desastres, en la medida que la propia inestabilidad de los fenómenos meteorológicos lo permiten.

Sin embargo, todos los integrantes de la sociedad debemos participar y brindar nuestros esfuerzos para contribuir en atenuar los riesgos ineludibles que implican estos fenómenos, que además de intensos aún son impredecibles en sus trayectorias y efectos. La tecnología para el pronóstico oportuno y el conocimiento científico del clima de los que dispone el hombre no son suficientes para disminuir los riesgos que conllevan los fenómenos.

Debemos ponernos en el lugar de quienes perdieron todo y hacer lo necesario para que las pérdidas humanas y materiales de las familias veracruzanas sean las menos posibles. Quienes somos servidores públicos tenemos un doble compromiso para trabajar en torno a crear conciencia de la necesidad dar forma a una Cultura Ciudadana para la Prevención ante los desastres naturales.

He recorrido desde un día antes del arribo de "Karl" los municipios del distrito que represento en el Congreso de Veracruz y es muy doloroso constatar cómo mucha de la gente que conozco en muchos lugares ubicados en La Antigua, Úrsulo Galván, Paso del Macho, Paso de Ovejas, Puente Nacional, Camarón de Tejeda, Soledad de Doblado, Manlio Fabio Altamirano, Actopan, Alto Lucero de Gutiérrez Barrios, y muchas otras localidades, están sufriendo el impacto de las inundaciones. Estar con ellos no es sólo un acto de solidaridad; para quienes tenemos una responsabilidad pública, es un deber. En verdad que no puede uno menos que sentirse consternado por la dimensión de la desgracia que enfrenta Veracruz, y al sentir la ingente necesidad de de miles de veracruzanos, se siente uno abrumado e impotente, por la dramática proporción de esta tragedia.

Por ello insisto en que la sociedad debe asumir el papel histórico que le corresponde, participando comprometidamente en la creación de una Cultura de la Prevención, de hecho la protección civil se basa en buena medida en la prevención. Todos debemos obligarnos a tomar muy en serio los efectos del cambio climático, nadie está exento de aportar algo en el fomento de una nueva cultura de prevención ante desastres naturales.

Con el terremoto de 1985 en la Ciudad de México, sufrimos la falta de esa cultura, hoy incluso ocupamos el 19 de septiembre no sólo para recordar el desafortunado acontecimiento, sino para conmemorar el Día Nacional de Protección Civil, que sirvió de punto de partida para el establecimiento de los sistemas de protección civil en todo el país.

Hay mucho por hacer, hay quienes dicen que los efectos negativos del cambio climático apenas están iniciando, los fenómenos no se detendrán en mucho tiempo, por ello debemos asumir con suma responsabilidad esta situación. Todos debemos trabajar con ahínco para hacer menos difíciles las consecuencias de este fenómeno. Necesitamos reforzar el paso en la ruta que el gobierno del estado, cuyo periodo está por concluir, ha marcado en materia de protección civil, que dicho sea de paso es una de sus mayores fortalezas.


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